EL CASTILLO DEL GRINGO LOCO

Cuentan las malas lenguas que hace más de 20 años existió un gringo, de esos que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, que decidió instalarse en nuestro país. Los bombardeos, las matanzas y la violencia de su vida de soldado lo volvieron un tanto chiflado. Este hombre, en busca de un lugar calmado donde pudiera dejar atrás su delirio de uniformado, llegó hasta Quito, donde buscaba un lugar alejado del ruido de la ciudad, rodeado de bosques, pájaros y mucha vegetación. El forastero se trasladó hacia el Valle de los Chillos, aproximadamente a 40 minutos de la capital.

Una vez en este lugar comenzó a construir su casa, una vivienda no muy común y llena de misterios, que por años despertado el terror en la población del valle. No es una construcción habitual, sino más bien un tanto tétrica, llena de pasadizos, entradas y salidas de túneles oscuros y fúnebres.

Varias historias de terror han rondado por el lugar. Diego Benavides ha visitado el sitio por más de 12 años. El joven cuenta que cuando era niño solía ir casi siempre a la casa del gringo loco, pero cada vez que iba siempre sentía los mismos nervios y miedo. “Antes veníamos hasta en las noches y había un ambiente pesado”, recuerda y agrega que quien llegaba por primera vez siempre tenía pesadillas.

Según la historia, este gringo junto a su esposa esperaban la llegada de un bebé, pero por cosas de la vida la mujer perdió el hijo. Consternada y traumatizada por la pérdida la mujer comenzó a tener alucinaciones. Los vecinos dicen que ella soñaba todas las noches “que el guagua deambulaba como alma en pena por los pasillos de la casa y la llamaba con su llanto”.

Una noche, la desesperada señora se levantó de la cama y angustiada comenzó a perseguir al bebé, hasta que este se metió en una de las cuevas de la casa. La mujer lo siguió, pero no se dio cuenta de que el túnel por el que pasaba cada vez se volvía más angosto. El fantasma del bebé la atraía tanto que ella parecía hipnotizada. Cuando llegó hasta el final del pasadizo no pudo salir más y murió asfixiada. Moradores dicen que ahora en el lugar no solo deambula el espíritu del bebé, sino también de la agonizante madre que murió trágicamente en la obscuridad de la tierra.

LA OTRA VERSIÓN

Pero esta no es la única historia que guarda este lugar. Camila Córdova, una joven estudiante quiteña, cuenta que una de sus tías alguna vez le narró cómo ella y un amigo se salvaron de que el gringo loco se los llevara al más allá.

La tía de Camila formaba parte de un grupo de chicos que les encantaba saber sobre fantasmas, hacer bromas al respecto y tentar a la suerte. Una noche decidieron ir a la casa del gringo loco para desafiarlo, pero nunca se imaginaron que su jueguito sería el más terrorífico de su vida.

Eran quince jóvenes en total. Los aventureros decidieron jugar a la ouija y ver si lograban llamar al espíritu del extranjero y así averiguar si alguna vez existió o no. Luego del juego grabaron sus nombres al revés en uno de los muros de la casa, pero ella y unos amigos más no lo hicieron pues les atemorizaba la idea de que el espíritu regresara y se vengara.

Una semana después, cuatro de los muchachos que osaron en manchar las paredes con su nombre murieron en un accidente de tránsito, cuando un camión aplastó el carro en el que viajaban.

Nadie sabe si fue casualidad u obra y gracia del espíritu maquiavélico del gringo loco, lo cierto es que desde entonces nadie ha querido arriesgarse a hacer lo mismo.

Se han escuchado tantas leyendas sobre el lugar que era imposible que EXTRA no fuera al sitio para comprobar. Un camino culebrero y lleno de lodo nos llevó hasta el sitio. Aparentemente, el panorama estaba algo tranquilo, lleno de verdes campos alrededor, pero era imposible pasar por alto una lomita en donde yacen los restos de lo que un día fue la casa del desquiciado forastero.

A simple vista parece un cementerio. Muchas personas dicen que en realidad sí existió el gringo loco, pero que lo que se cuenta de él son puras mentiras e historias inventadas por los jóvenes del sector.

Don Luis es ahora el cuidador del lugar. Dice que el gringo habría creado este sitio para que fuera una hostería, pero que nunca llegó a terminarla por falta de recursos económicos. “La gente dice muchas cosas y ninguna es verdad”, comenta el guardián.

Túneles con arcos de piedra, pasadizos y una vivienda en pésimas condiciones hacen que cualquiera piense que se trata de una casa embrujada y, a pesar de que muchas personas dicen que se trata solamente de historias inventadas, dentro del lugar se percibe un aire de misterio, ya que mientras uno camina se siente como que alguien espía, vigilando cada paso, esperando la mínima oportunidad para robarte el alma.